domingo, 18 de marzo de 2012

Minina


Un escritor sin gato es como un ciego sin lazarillo. (Osvaldo Soriano)

Cuando era chica nunca tuve gatos, siempre perros porque a mi papá le gustan los perros, pero a los dieciséis años una amiga me ofreció una gatita, hija de su gato y de una gata callejera (¿o techera?). Cuando la gata quedó preñada la acogió una vecina, y los gatitos nacieron en la casa que daba su fondo con la de mi amiga.

Fui a ver los gatitos, eran cuatro, dos negros, uno rubio y uno gris con manchas amarillas, tenía los colores de la madre y el pelo largo del padre. A mi me gustó el “gatito” gris de pelo largo.

La llevé a mi casa, no recuerdo en qué, creo que en una caja. Dejé la caja sobre la mesa y Pantera, la perra ovejero belga, se paró en dos patas para ver y oler. El “gatito” le puso muy mala cara a la perra. Fue la primera impresión.

Cuando mi papá vio el gatito me dijo que era una gata y que había que castrarla, a partir de ahí se llamó Minina.

La primera noche puse su caja a los pies de mi cama y le dije que se quedara ahí. Yo ya estaba acostada cuando sentí un motorcito, un ruido desconocido que venía no sé de donde. De pronto me di cuenta de que Minina hacía ese ruido y se apoyaba sobre mi pecho. Me asusté, pensé: “La gatita me quiere atacar”. Nadie me había dicho que los gatos ronronean cuando sienten placer, y no había escuchado ninguno, aunque me lo hubieran dicho.

Con mucho cuidado la saqué de mi cama y la llevé de nuevo a su caja. De nuevo salió ronroneando con la idea de acostarse conmigo. La devolví a su caja, hasta que entendió que tenía que quedarse ahí.

Un par de veces la bañé, en verano, con agua fría, la sequé con toalla y ella se peinó. No sabía que a los gatos hay que secarlos con secador y peinarlos, ésa es la labor de una segunda madre.

Minina era curiosa, le gustaba sentarse en el umbral de la puerta con Pantera y conmigo a mirar los autos y la gente pasar. También le gustaba sentarse a mi lado a mirar el agua que caía del secarropas.

Pantera, que odiaba los gatos, la adoptó como una hija, y se angustiaba cuando Minina andaba por la pared medianera o subía a los techos.

Minina tenía un comedero con comida todo el día y no sabía controlarse, por eso llegó a ser una gata obesa, y dormía en mi cama, arriba de una silla, arriba del piano o con la perra.

Como en mi casa había mucha gente, éramos cinco, y una perra, la gata nunca estaba sola y no se aburría. Teníamos un patio con un arbolito donde se afilaba las uñas. Nunca se colgó de una cortina, ni se metió en el lavarropas, ni rompió las sillas. Cuando hacía frío y teníamos cerrada la puerta trasera ella pedía salir para ir al patio. Cuando era chiquita mi mamá no la dejaba, y aceptaba que no podía salir.

Después de vivir seis años en el centro, en una casa con patio, y pasearse por los techos de la manzana, nos mudamos a la quinta, donde había otros cinco gatos. Los primeros días no quería salir de la habitación de mis padres, después se fue animando, pero nunca se integró a la vida de los otros gatos.

Vio llenarse la casa de perros, de esos perros que un día la acorralaron y la asustaron. Yo la recogí de entre los perros, la llevé a la casa, la apoyé en el piso y la acaricié. Cuando dejé de acariciarla murió. Y a partir de ahí mi relación con esos perros nunca más fue la misma.

15 comentarios:

  1. Hola. Me gustó mucho tu historia sobre Minina. En especial la parte en la que ella ronroneab y vos no sabías qué ra es ruido. Y es una descripción muy acertada, cuando los gatos ronronean parecen motoricitos -jaja-

    Es un poco triste la última parte, pero por lo menos Minina murió en compañía tuya y no en alguna situación de peligro.

    Saludos, que tengas excelente día.

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  2. Pantera es un curioso nombre para una perra.
    La historia termina un poco melancolica pero su desarrollo está bien, tiene bastante de positivo. Suele pasar que algunos gatos se lleven bien con algunos perros. Tmabien he visto a un perro grande ladrar a un perro chico, como si lo retara, y empujarlo hacia adentro, para que no se vaya a la calle.
    Bien escrito.

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  3. Amo a los gatos. Mi Ursula tiene una historia parecida. Me dejaste el corazón partío. Es la ley de los animalitos, debemos aceptar que un día se van.
    Un beso

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  4. Qué triste fin el de la pobre Minina!..morir de miedo, morir de espanto!...no le alcanzó con la protección que le diste, pobrecita!


    un abrazo.

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  5. Que tierna Minina, me gustó lo del motorcito. Pobrecita, fué demasiado susto, por lo menos la rescataste y la acompañaste en los últimos momentos
    besos

    me encantaron los cactus!

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  6. Pobre gata. Igual yo sigo prefiriendo a los perros, porque me da la sensación de que los gatos no desarrollan afecto ni apego. Es como que uno les pasa por el costado.

    Un saludo.

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  7. Escribo este comentario, con una gata (de la fàbrica) en el regazo.

    Me gustan todos los animales, pero entiendo que a veces, la convivencia es dificil.




    Un abrazo.

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  8. Pucha una linda con triste final, pero no te la tome con los perros, yo tenia una gata maravillosa pero tenia aterrado a mi pobre canario que del miedo dejo de cantar, cuando se lo regalamos a una tía el canario otra vez comenzó a cantar. Cosa de animales. Besos tía Elsa.

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  9. Sergio A.K.A. The Question: Gracias. Yo no sabía nada de gatos en ese momento, y tenía prejuicios también, por eso creí que me iba a atacar, pero no era así, quería dormir conmigo porque yo era su nueva madre.
    Es verdad, al menos murió conmigo, y vivió muchos años conmigo.
    Saludos.

    El Demiurgo de Hurlingham: Es verdad, Pantera es un nombre curioso para una perra. Esta fue la segunda Pantera, la primera murió al año y se llamaba así por la Pantera rosa. Mi hermano, que tenía seis años eligió ese nombre. La segunda Pantera, llegó un año después.

    Marcelo: Sos un escritor con gato, o al menos, tuviste gato.
    Es duro aceptar que se vayan antes que uno, es cierto.
    Un beso.

    Neogeminis: Quizás le falló el corazón, tenía once años.
    Un abrazo.

    Any: Es verdad, me queda el consuelo de haberla rescatado y acompañado.
    Gracias, me alegro de que te gusten mis cactus. Ahora cultivo cactus.

    Yoni Bigud: Los perros son distintos, pero los gatos también pueden ser muy cariñosos. A mí me gustan más los gatos.
    Saludos.

    El Gaucho Santillán: La convivencia entre animales sí puede ser difícil, sobre todo si son muchos perros, como en este caso.
    Un abrazo.

    tia Elsa: Yo no tengo nada en contra de los perros en general, pero sí de esos perros, que ya murieron todos. Minina había nacido en 1989 y murió en 2001.
    Besos.

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  10. Cuánto cariño transmite este texto, es hermoso. También adoro a los gatos.

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  11. Nuevo posteo en mi blog, continuación de uno que te interesó.

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  12. Hola Mariela:

    Esas experiencias son las más bonitas y la más tristes a la vez, yo también tengo gatos, casi toda la vida me vi rodeada de varios, pero solamente una gata duró conmigo casi 15 años... pero ella murió de un tumor... no tenía dientes ya...
    Hace poco tuve otra gatita atigrada muy bonita que sale en mis entradas, pero por aventurera murió atropellada. En año nuevo, adopté a otra gatita... creo que a mi padre le afectó más la perdida de la anterior, pues dormía con el. Me dijo cuando recien nos quedamos sin la otra, que quiso pasar a una tienda de mascotas para acariciar la cabecita de un gato. Me sentí mal por el. Pero la nueva gatita lo ha animado mucho.

    Quiero mucho a los perros, tengo una cocker... pero los gatos son mi debilidad.

    Besos!

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  13. Me encantan los animales. Tengo un perro (cachorro, está volviéndome loca) y dos gatos. Uno de mis gatos es ciego. Cuando me dijeron que iba a quedarse ciego lloré como loca. El se acostumbró enseguida a su nueva realidad. Los gatos son hermosos. Y por eso se los recuerda con la dulzura con la que recordás a Minina.
    Beso.

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  14. Que tierna la historia de minina, la cuidaste muy bien durante su felíz vida.

    Y que triste el final, pero, es así.

    Un beso

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