El martes volvía del club donde practico patín artístico en el colectivo de la línea 112, como todos los martes y jueves.
Los habituales lectores ya saben que en ese colectivo pasan cosas raras, entre las 21:13 y las 21:30, que es la hora en que el hambre produce toda clase de delirios olfativos, auditivos, persecutorios, o se presenta el fantasma. Los que no saben nada de esto pueden leer: Misterios en el 112, Maní en el 112 y Con nadie, en el 112, y van a ver.
En un momento del trayecto, allá por las 21.20, escuché dos voces femeninas jóvenes, más atrás. Primero escuché y me di cuenta de que valía la pena seguir escuchando, y después me di vuelta para ver quiénes eran y para conseguir un mejor lugar, es decir, más cerca. Las chicas eran dos adolescentes con ropa y bolsos deportivos.
Me cambié de asiento porque sé que me debo al público de este blog que quiere saber qué pasa en el 112 y escuché. He aquí la conversación:
–Este amigo que te digo compra una pizza, la pone un día entero en la heladera y al otro día la come en el desayuno…
–A mí también me gusta la pizza fría.
–Pero éste la compra especialmente para comérsela fría, la pone un día entero en la heladera y al otro día la desayuna haciendo sopita en el café con leche.
–¡Qué asco! Noooo.
–Sí, haciendo sopita se la come.
–¡No!, ¡qué asco!
–Sí.
–No, ¡qué asco!
–A mí lo salado me gusta, pero más me puede lo dulce. Me gustan el helado y las gomitas.
–¡Las gomitas! A mí me gustan también, y me gusta el maní.
–Las cosas que como van por temporada, una temporada me había dado por comer tostadas de pan lactal, cuatro me comía, en el desayuno. En la merienda no, en la merienda me comía galletitas dulces, el paquete entero, porque no puedo ver que queden.
–A mí me pasa eso con los cereales. Yo me como la caja entera, y no puedo ver que queden. Y me gusta el pan con manteca y sal.
–A mí con manteca y azúcar. ¿Sal dijiste?, ¿por qué sal?
–Porque me gusta la sal. A mí tía le gusta el pan con manteca y con sal y a mí también. A mí me gusta que la comida tenga gusto a sal, si no tiene gusto a sal no me gusta. Yo le echo primero sal a la comida y después la como. El puré con mucha sal me encanta.
–Mi mamá me dice: “no le pongas sal, no la probaste todavía”.
–Sí, la mía también, pero yo le pongo la sal sin probarla.
–Yo no como con mucha sal, porque mi mamá cocina para todos, y está mi abuelo con nosotros y no puede comer. Y yo me acostumbré también a cocinar así con poca sal…
–Hay gente que no hace pescado por el olor. A mí me gusta el pescado y mi mamá hace pescado.
–¿Y queda olor?
–Sí, pero mi mamá lo saca.
Y se bajaron juntas, en la Avenida Pellegrini, dejándome la enseñanza que lo que es un asco para unas, es rico para otro, y lo que yo no comería es lo que les gusta a ellas, salvo el maní, por supuesto.